Sabéis quien es Napoleón,¿verdad? Y os preguntaréis qué tiene que ver este emperador con nosotros.
Pues exactamente, unos conejos con los que Napoleón Bonaparte topó, lo vencieron.
Por
allá el siglo XIX, el emperador francés quiso celebrar el haber firmado
el Tratado de Tilsit, que significaba el final de la guerra entre el
Imperio Ruso y el de Francia.
Napoleón quiso celebrarlo cazando conejos y así lo prepararon.
Todo parecía perfecto: un buen puñado de gente importante, comida y conejos, muchos conejos.
Una
vez estuvo todo en su sitio, con los conejos enjaulados y colocados en
el hierboso campo, Napoleón comenzó a merodear el lugar acompañado de
gente armada.
Los conejos fueron soltados y la cacería estaba en marcha pero los animales no empezaron a correr como se esperaba sino que se fueron hacía ellos.
Algo que al principio hacía mucha gracia, dejó de tenerlo al ver que montones de conejos iban hasta donde estaban. En poco tiempo, los conejos rodearon al emperador y empezaron a alzarse. Él intentó deshacerse de ellos disparando mientras los demás quisieron echarles con palos.
Nada de lo que hicieran funcionó, los conejos seguían persiguiéndoles y los hombres decidieron dejar la cacería para otro momento.
Se dice que la culpa fue del mariscal Louis Alexandre Berthier, quien en vez de llevar liebres pidió a los granjeros locales conejos. Éstos estaban acostumbrados a ver personas y a que éstas les alimentaran, lo que hizo que pensaran que Napoleón y compañía harían lo mismo.
Y así fue como unos conejos lograron hacer huir al famoso Napoleón Bonaparte.
